Viernes, 20 de Julio de 2007 14:12

Corduba 07. Amigo caballo
Un susurrador de caballos revela en Corduba los secretos de la doma natural

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La relación del hombre con el caballo ha sido históricamente la de dominador y dominado; la que establece quien utiliza la fuerza para controlar al otro. Así se ha domado durante siglos a un animal que, sin embargo, es esencialmente pacífico y, en estado natural, huye de cualquier predador. Así lo han entendido los domadores naturales, conocidos en EEUU como susurradores de caballos. Uno de ellos, Vicente Franch, monitor de equitación de base en la Yeguada Nenúfares de Castellón, ha pasado hoy por el curso que sobre bienestar animal se desarrolla estos días en Corduba 07, y ha revelado las claves de una técnica aún minoritaria en España, introducida hace una década en Europa.
Según Franch, la base de la doma natural es la emoción, "que es en lo único que podemos ser iguales hombres y caballos, ya que ellos no razonan". Los domadores naturales basan su relación con el animal en la comunicación, tratan de transmitirles seguridad, la única forma de que éste no abandone su natural estado pacífico y tienda a la agresividad. Para conseguirlo, los domadores naturales tratan de convertirse en la única figura que los caballos entienden con su líder, la única figura capaz de darles seguridad: la yegua vieja. "Ella es, en estado salvaje, la que, por su experiencia, sabe cómo guiar a la manada, encontrar los recursos (agua y comida) y dar con el camino para huir de un predador, que en la doma tradicional ha sido siempre el hombre".
Los resultados de la doma natural son mucho más positivos que en la clásica, basada en el uso de la fuerza y en el castigo. Según ha explicado Franch, con la doma natural, que siempre empieza "a pie de tierra, de igual a igual", se puede conseguir montar a un potro al paso sólo tres o cuatro días después de haber empezado a trabajar con él. Para ello siempre hará falta que el jinete esté dispuesto a aprender del animal, a comunicarse con él y no a dominarlo.
Además, en el proceso puede llegar a influir incluso la raza del animal. Franch ha asegurado, en este sentido, que él percibe como más sensibles a los caballos árabes, como "nobles, nada violentos, pero gritones" a los españoles, y como "poco receptivos" a los alemanes y centroeuropeos.