Jueves, 27 de Julio de 2006 13:34

Corduba 06. Larga vida a Roma...a base de aceite
Desiderio Vaquerizo repasa la producción y usos del aceite de oliva en la Bética romana

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Los ciudadanos romanos de los siglo I a III d.C. lograron prolongar su esperanza media de vida en 10 años. Por aquel entonces, los emperadores romanos mantuvieron una campaña permanente para promocionar y garantizar el consumo de aceite de oliva. Si una y otra situación están directamente relacionadas es algo que los investigadores tratan ahora de dilucidar, aunque, según el catedrático de Arqueología de la Universidad de Córdoba, Desiderio Vaquerizo, "cada vez parece más claro que sabían que existía cierta relación entre la dieta mediterránea y la calidad de vida y aunque nunca lo demostraron científicamente es cierto que no hay una dieta más puramente mediterránea que la de los romanos". Claro que, según ha explicado Vaquerizo esta mañana en el curso "Aceite de Oliva: fuente de saludad, cultura y economía del hombre mediterráneo", los romanos de la época plenoimperial también daban otros usos menos beneficiosos, al menos desde el punto estrictamente científico del siglo XXI, como el anticonceptivo y abortivo.

La utilidad del aceite de oliva en la época imperial romana alcanzó a muy diferentes ámbitos, aunque el gastronómico fuese el más importante. Los romanos utilizaba el aceite de oliva para la cosmética, la medicina, la iluminación y el deporte. Prueba de su importancia social, según Vaquerizo, son los documentos y normas que los emperadores proclamaron sobre el aceite de oliva. En ese sentido destaca especialmente el Edicto de Diocleciano, en el 301 a. C. con el que se fijaron los precios máximos de los diferentes tipos de aceite de oliva con el objetivo de proteger a sus consumidores. Así, el aceite de oliva más caro que se conoce, el Oleum Flos, producto de la cosecha de diciembre y de la primera prensada y equivalente al actual virgen extra costaba 40 denarios cada medio litro, lo mismo que el salario de un día de trabajo de un profesional especializado. El más barato, el Oleum viride Cibarium fijó su precio en 14 denarios y era el más utilizado en la cocina. Existieron además otros aceites de oliva como el obtenido en septiembre de la aceituna verde, considerado el mejor de todos y utilizado como base de perfumes y ofrendas a los dioses.

Desiderio Vaquerizo ha repasado además de los usos y tipos de aceites, los diferentes sistemas de producción de la que por aquel entonces ya era la principal región exportadora y productora: la Bética y concretamente el triángulo formado por Corduba, actual Córdoba, Hispalis (Sevilla y Astigi (Écija). Desde allí salían miles de litros directos a Roma que el mismo Imperio compraba para repartir gratuitamente entre sus ciudadanos y para abastecer a sus ejércitos. La mejor prueba de ese comercio entre las capitales del Imperio se encuentra hoy en Roma. Es el Monte Testaccio, una montaña de un kilómetro de diámetro y 80 metros de altura íntegramente formada por ánforas de aceite procedentes de la Bética. Concretamente, 53 millones de recipientes con capacidad cada uno de ellos de 70 litros, o lo que es lo mismo, 3.710 millones de litros de aceite procedentes de los olivares cultivados en un centenar de fincas de las actuales provincias de Córdoba y Sevilla.